Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe  
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El Proyecto

¿Quién podría encargarse de mí, desde el punto de vista técnico y artístico?


En tiempos de López Portillo, cuando el Arq. Pedro Ramírez Vázquez estaba al frente de la SAHOP, él se ofreció a completar el proyecto. En 1988, cuando ya se hizo la devolución, Mons. Robles aceptó los servicios del Arq. Manuel Guzmán, que fuera presentado por el P. Rubén Godínez L.. Al Arq. Guzmán se le dio indicaciones para que se pusiera en comunicación con el Arq. Ramírez Vázquez, para que supervisara los trabajos. 

Esta indicación quedó plasmada en el acta no. 1 del 7 de noviembre de 1988 de las reuniones que celebraba el Patronato. Años después, cuando nos extrañaba que el Arq. Ramírez Vázquez nunca había venido, ni siquiera a conocer la obra, nos dimos cuenta de que jamás se le llevó plano alguno, y por consiguiente no se le invitó a supervisar los trabajos.


La primera tarea que se tuvo que emprender fue de limpieza. Eran muchos los años de abandono. Arbustos, maleza, grietas, nidos de animales… llenaban en parte los muros descubiertos y las bóvedas terminadas. Fueron largos los meses que se emplearon en esa tarea. El edificio pedía atención por todas partes, después de 74 años en que nadie le dio mantenimiento.



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Concretamente el trabajo inmediato comprendía limpieza y retiro del material sobrante de la obra, cuando ésta se construía; restauración de los mantos de naves, de arcos torales y formeros que amenazaban desplomarse; impermeabilización general de las naves; apertura de 16 bajantes y 36 gárgolas; instalación de ductos; construcción de contrafuertes con un volumen total de 252 metros cúbicos; se acorazaron 36 rieles con cuatro ramales cada uno.

Mientras tanto se buscó por todas partes algún plano.


Al no encontrarse nada, el despacho del Arq. Manuel Guzmán presentó una serie de planos a las autoridades competentes. El 30 de mayo de 1989 fueron recibidos en la sede de Morelia los siguientes elementos: 2 juegos de 16 láminas con la proposición del proyecto, planimetría actual, contenida en el mismo juego de copiado, planimetría del proyecto y soluciones, memoria descriptiva del plan de trabajo y un juego de fotos de la construcción existente. 


La respuesta vino de la Subdirección de Licencias, Inspección y Registro de Monumentos Históricos del INAH, México, el 1 de agosto de 1989, oficio no. 40122-362. Las personas que intervinieron en el análisis del material presentado fueron: Arq. José Mijares y Mijares, Dr. Luis Amal, Arq. Fernando Pineda, Arq. Manuel González Galván, Arq. Gregorio de la Rosa, Arq. Javier Villalobos, Pbro. Manuel Ponce, Arq. Lázaro Becerril y por parte del INAH la Arq. Virginia Isaak, Arq. Pedro Paz, Arq. Lorena Ramos (Subdirectora), Arq. Alfonso Hueytletl Torres, Arq. Jorge González, Mtra. Virginia Guzmán.

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Los puntos acordados fueron:


1. Previo a cualquier acción de intervención deberá presentarse un estudio estructural y de mecánica de suelos.

2. Deberá presentarse un Proyecto completo que incluya el programa de funciones, los usos propuestos y la adaptación correspondiente.

3. Se autoriza techar el área faltante con bóveda de ladrillo hasta el crucero.

4. Deberá presentarse un nuevo proyecto para el área del crucero, mismo que deberá considerar un diseño contemporáneo. 


El 6 de octubre de 1989 se recibió una carta del INAH, oficio No. 401-22-513, en la que se insisten en los puntos anteriores. La diferencia con la anterior es que ahora se trata únicamente de miembros del INAH, mientras que en la carta anterior participaron otras dependencias. Se insiste ahora en que se desarrolle más el área del Presbiterio y que se envíen copias a la SEDUE.

Finalmente, el 22 de noviembre del mismo año, se recibe otro documento, con protocolo 401-22-597, en el que se afirma lo siguiente: “Se acepta el criterio propuesto para techar la nave central, debiendo presentar la propuesta en detalle considerando el análisis estructural del total de las cubiertas, así como detallando lo concerniente a la molduración”.

Aprobados los planos por el INAH se inició propiamente la construcción.



Desde el reinicio aparecieron algunos puntos bien claros de parte del INAH:


1) Se debía seguir el proyecto inicial, aunque fuera sólo parcialmente conocido por el dibujo de la fachada.

2) El material que debía usarse sería cantera.


Descripción arquitectónica del proyecto.


PLANO

- Ya he hablado mucho de mí misma, en primera persona. Quisiera ahora ceder la palabra a uno de los estudiosos para que con palabras más apropiadas haga una descripción de todo el conjunto

que ahora es conocido como Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe.

“ La superficie total del Santuario, incluyendo áreas verdes, es de más de 20,000 m2. Un atrio inmenso, de 6,80l mts. despejado, sirve para apreciar totalmente la fachada principal y el lugar donde se construirán las torres que alcanzarán una altura de 90 mts. El piso del atrio está cubierto con adoquín de cantera de 40x40x5 cms de espesor.

Las junturas del adoquín permiten que, al llover, el agua se filtre evitando que el área se convierta en lugar caluroso. También se puede observar en el piso motivos geométricos en cantería negra.

La construcción tiene de frente 57 mts. por 95 mts. de fondo en la nave central, haciendo un total de 5,415 m2 construidos.

El edificio está compuesto de cinco naves y un transepto, dos de las cuales están destinadas para albergar capillas laterales (ocho en total, cuatro de cada lado). La nave central junto con el transepto tienen una altura de 34 mts. y las naves laterales de 20 mts. La bóveda del crucero, -se le llama crucero a la intersección de la nave central con el transepto -, se destaca por ser 4 mts. más alta que sus cuatro colindantes, rematada en el centro por un luneto de cantería. Sobre esta bóveda se desplanta un elemento arquitectónico característico del gótico, llamado Aguja, la cual ya concluida tendrá una altura de 65 mts. desde el nivel de piso a la punta de la cruz.

Cada una de las bóvedas de la nave central y el transepto, que corresponden a la construcción nueva, están compuestas por doce nervaduras de cantería terceletes, arrancando tres de cada esquina para rematar en cinco claves, cuatro laterales y una central o pinjante. El cascarón entre nervaduras está hecho a base de bóveda de cuña de tabique rojo común. 

Las bóvedas de las naves laterales, que corresponden a la construcción primitiva, están forjadas totalmente de tabique extruido importado de Francia, ya que en aquella época este tipo de tabique no se fabricaba en México. Estas bóvedas como elemento decorativo tienen únicamente un resaque cóncavo que parte de cada esquina de la bóveda para unirse al centro de la misma. Cada

bóveda esta sostenida por cuatro arcos fajones apuntados u ojivales que descansan sobre cuatro

pilastras polilobuladas.



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Desde el inicio se vio que la prioridad era techar la nave central. Más aún aislarla totalmente, cerrando la nave central y el transepto, poniendo ventanales y puertas para poder parar el proceso

largo de deterioro. Todos los esfuerzos fueron encaminados hacia ese objetivo. Mientras tanto se

fueron arreglando otros puntos importantes, como el atrio, el piso del interior del santuario... Al ir creciendo la obra se iban multiplicando las necesidades. Esto hizo que se formara un Consejo Técnico donde las decisiones no dependieran de una sola persona, sino de un consenso grupal. El Patronato invitó entonces al Ing. Carlos Vargas M.; al Arq. Jorge de Aguinaga y al Arq. Octaviano González a integrar este Consejo Técnico. En carta fechada el 22 de marzo de 1995, dirigida a la Mtra. Ma. Teresa Franco, Directora Nacional del INAH, el Patronato avisaba la composición del Consejo Técnico. El Arq. Manuel Guzmán dejó de ser el perito de la obra. Esta responsabilidad pasó al Ing. Carlos Vargas. Posteriormente, cuando el Sr. Obispo Carlos Suárez asumió la dirección pastoral de la Diócesis de Zamora, invitó al Dr. Carlos Chanfón Olmos, Coordinador de Postgrados de Arquitectura en la UNAM para que se acercara a la obra y, de una forma general, ejerciera alguna supervisión.

La especialidad del Dr. Chanfón en gótico lo hace especialmente valioso dentro de la construcción

del Santuario. Casi por las mismas fechas, el P. Eugenio Belmontes R., reforzó el Consejo Técnico.

Durante algún tiempo ha participado también la Comisión de Arte Sacro. Desde el inicio de los trabajos, el Sr. Obispo Robles los invitó a participar. Ellos por escrito, en una carta del 28 de abril de 1989, expresaron sus puntos de vista. Ultimamente han colaborado haciendo interesantes observaciones, pero, al mismo tiempo ha habido un cierto radicalismo en algunos puntos. Esto, en un grupo de profesionistas donde se busca un consenso, ha impedido que sus aportaciones fueran tomadas más en cuenta.

En febrero de 1997 se unió a este grupo de personas que trabajan para llevar a cabo el proyecto de terminación del santuario, el P. Gabriel Chávez de la Mora, Benedictino, que estuvo al frente de la remodelación del altar de la catedral de Guadalajara y de muchas otras catedrales del país: Tula, Cuernavaca, Tabasco y la Nueva Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en la ciudad de México.

El proyecto de vitrales del Santuario, elaborado en cuanto a sus contenidos teológicos por un grupo de sacerdotes, ha sido encomendado para su diseño al P. Gerardo López, religioso carmelita, especialista en vitrales, quien fuera recomendado al Patronato por la UNAM. Miembros del Patronato han visitado varias veces su estudio y han quedado impresionados por su estilo y abundante producción.

Para sostener las cinco naves, incluyendo las torres y la aguja del crucero, se cuenta con 36 pilastras polilobuladas además de los muros de piedra perimetrales que rigidizan y envuelven al edificio. De las 36 pilastras 14 cuentan con cuatro hornacinas o hichos para colocar en cada una estatuas de santos; 18 pilastras con dos hornacinas cada una y las cuatro restantes con una sola hornacina en cada pilastra, haciendo un total de 96 nichos en el interior del templo, que con las 12 de la fachada principal y las 4 de las portadas laterales suman un total de 112 nichos para estatuas. 

El templo cuenta con nueve accesos para los feligreses, tres en la portada principal y tres en cada una de las portadas laterales. Además de dos ingresos de servicio.

El estilo arquitectónico del templo es neogótico y su diseño data de finales del siglo pasado, de 1898. La fachada principal cuenta con seis grandes vitrales y un rosetón que destaca al centro de la fachada teniendo un diámetro de 6.5 mts.; cuenta con tres grandes puertas de acceso, hechas totalmente de caoba y está ornamentada con una gran variedad de figuras y motivos en bajo y alto relieve característicos del gótico pero adaptadas y creadas con un toque especial de los artesanos zamoranos de aquella época.


Sobre la fachada poniente o principal se destacan dos grandes torres flanqueando la nave central, dándole un aspecto diferente de la gran mayoría de los templos; ya que por lo general las torres las ubican en los extremos de la fachada. Las torres se componen de tres cuerpos sobrepuestos disminuyendo su sección al pasar de un cuerpo a otro, rematando estos elementos con una cubierta piramidal de ocho aristas o cono, tal y como se remata la Aguja. Contando como se había mencionado

anteriormente con una altura de 86 mts. Esta altura se logró utilizando como método de proporcionamiento la sección áurea.


En las fachadas norte y sur existe un contraste muy agradable a la vista del observador, ya que por una parte se puede apreciar la belleza sobria de los grandes muros de piedra expuesta que le dan un marco especial a los vanos con arco apuntado de los vitrales, contrastando la piedra con la cantería roja. Y por otra parte se puede disfrutar de la belleza neogótica de la portada de cantería enmarcando los tres accesos laterales. También se puede apreciar un rosetón de cantería de 5.5 mts. de diámetro flanqueado por dos grandes columnas engabletadas y rematadas con tres pináculos cada una, todo esto construido sobre el cuerpo primitivo.


El ábside merece mención aparte, ya que es un elemento muy importante dentro del lenguaje arquitectónico y litúrgico.

La planta del ábside es semicircular, sus muros son de mampostería de piedra braza y los marcos de los vanos de cantería roja. Tiene una superficie aproximada de 220 mts. y una altura de 36 mts. hasta la clave pinjante de la bóveda que cierra este espacio. Cuenta con cinco grandes ventanales para colocar vitrales y cinco vanos circulares también para recibir vitrales. El trazo de la bóveda es diferente a todas las demás, ya que se manejó una nervadura más fina y se remarcaron más los pliegues de las membranas de la bóveda, esto con el fin de darle la importancia que merece dentro del ritual religioso y arquitectónico, ya que aquí se albergará la imagen de nuestra señora de Guadalupe” (Arq. Marco A. Gutiérrez) - Creo que la descripción anterior permite entender mejor las partes y el todo. Quiero continuar relatándote otros elementos que son importantes. Al ver la monumentalidad de la construcción, muchas personas imaginaron que los cimientos eran de una profundidad muy grande. Hubo incluso quien dijera que alcanzaban los 20 mts. Los estudios de mecánica de suelos, llevados a cabo por “Suelos y Controles” a cargo del Ing. Manuel Limón de Guadalajara, indican que tienen una profundidad de 6.50 mts.

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Para los estudios técnicos de estructura se recurrió a Diseño Optimo, dirigido por el Dr. Jorge Urzúa. Desde el inicio de la segunda etapa de construcción, este despacho le ha dado seguimiento a la obra.

En la realización de los primeros trabajos se cometieron algunos errores. Esto es fácil observarlo y más fácil aún decirlo, una vez que parte de la obra está construida. Cuando una obra va creciendo no es del todo visible algún desvío. Me refiero especialmente al rosetón central que en el dibujo original está puesto sobre una galería; ésta fue sencillamente borrada. La explicación que se ha ofrecido ha dejado satisfechos a pocos.

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Por lo que se refiere al proyecto de esculturas, está siendo trabajado por escultor Carlos Espino, Miembro de Número del Instituto Mexicano de Cultura, quien ha hecho 2l exposiciones de sus obras. A una de ellas, la de la Universidad La Salle, donde se presentaron 150 obras suyas, algunos miembros del Patronato asistieron.

El Consejo Técnico ha tratado de corregir algunos desaciertos del pasado. Ha ido rehaciendo planos más acordes con la realidad del edificio; ha sometido a examen algunas cosas, entre ellas, la cúpula que iba a cerrar el transepto.

Después de mucho estudio se llegó a un acuerdo con el INAH Michoacán para que nos autorizara una aguja en lugar de la cúpula.

Problema especial presentó, en su momento, el arreglo del atrio. En el frente pegado a la calle 5 de Mayo había un jardín; en el centro, una fuente y muchos árboles por doquier. Esto que de suyo daba una vista agradable, impedía la concentración de grandes grupos y no dejaba un espacio libre en el centro para que luciera la grandiosidad del edificio. El grupo MAZ pretendía que esa área quedara destinada a un jardín; hizo un proyecto que nunca fue presentado al Patronato, sino dado a conocer por los medios masivos de comunicación. Cuando el INAH lo conoció no lo juzgó adecuado. El Patronato y, después, el Consejo Técnico defendieron siempre la idea de que el concepto de atrio era muy diverso del concepto de jardín.

Fue un trabajo difícil, pero valió la pena. Cientos de camiones salieron y entraron mientras duró la fase de compactación. El Ing. Elíseo Martínez A., nos facilitó maquinaria para realizar, durante muchas semanas, el trabajo. La ciudad puede ahora disfrutar ese espacio abierto que fue estrenado, totalmente terminado, el 12 de diciembre de 1995.

El reto para el Consejo Técnico fue y sigue siendo contar con un proyecto directivo que permita contemplar la parte y el todo al mismo tiempo.

Las puertas. El inmueble dispone de 9 puertas: tres al frente y tres a cada uno de los lados, en la dirección del transepto. Nadie pensó que ese elemento fuera a aparecer tan pronto, pero así fue. Se examinaron más de 20 diferentes modelos y finalmente se eligió el que aparece en las puertas. Como se puede apreciar su estilo es más bien austero, pero elegante.


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En el antepecho están esculpidos algunos motivos que se encuentran grabados en la cantera: el trébol, la cruz. Resaltan las líneas ascendentes que empalman armónicamente entre el cuerpo de la puerta y el antepecho que remata la composición. Están hechas de caoba. La del centro de la fachada mide 12 mts. de alto por 4 de ancho, por 14 cms. de grueso. Las tres puertas principales fueron donadas, casi en su totalidad por el Sr. Antonio Pardo y Sra.

Quienes conocen el dibujo original de la fachada, no pueden menos de apreciar la altura de las torres. En ese dibujo, las torres tendrían una altura de 86 mts. La peculiaridad del proyecto las ubica no en las esquinas, como sería la forma tradicional, sino en el centro, a un lado del rosetón central. Esto ha hecho pensar a muchos que el modelo que estaría detrás del proyecto, sería la catedral de Colonia. (Desde luego que hay alguna semejanza, pero son más notorias las diferencias)

Desde el principio de la segunda etapa de la construcción en 1988, aparecieron algunas ideas proponiendo que el edificio se techara sin torres, casi a la altura que en ese momento tenía (hablamos de 20 mts). Más tarde, en 1995, cuando se iniciaban los estudios de mecánica de suelos para ver la profundidad de las columnas que sostendrían las torres, la Comisión de Arte Sacro volvió a insistir sobre el particular. El Patronato y el Consejo Técnico propusieron siempre que se asumiera el proyecto inicial, aunque se pudiera modificar algún elemento de las torres.

Recientemente el Ing. Limón nos ha dado los resultados de mecánica de suelos.

Es sorprendente lo encontrado. Las columnas donde irían las torres tienen una gran capacidad de

carga. Cada metro cuadrado puede recibir hasta 30 toneladas. Si una columna tiene 12 m2 podrá entonces recibir hasta casi 400 toneladas.


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