Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe  
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La Reja

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Todo un acontecimiento resultó el poner la reja alrededor del atrio. Normalmente todo templo tiene un espacio que separa lo sagrado de lo profano. A ese espacio se le conoce como atrio. Su función es preparar, disponer, introducir paulatinamente al lugar donde se encuentra lo divino, para un encuentro personal con Dios. 

La reja tendría, además, la función de proteger el templo de muchos actos de vandalismo que ya se estaban presentando, de muchos “tiradores” que, con mucha frecuencia, lo pedían para realizar diversos acontecimientos que nada tenían que ver con el templo. 

Por desconocimiento, por malicia, por manipulación de la información o por todo lo anterior junto, se hizo creer el atrio o como lo llamaban muchas personas, la explanada, pertenecía al municipio. Y mientras el municipio no estuviera de acuerdo no se podía poner una reja que sirviera también para proteger el recinto sacro de muchos problemas que otros templos han tenido (baste pensar en la Basílica de Guadalupe, en la ciudad de México y el grave problema de los vendedores ambulantes.) 

Nunca nadie pudo presentar un documento que acreditara semejante creencia. Sí hay documentación en el sentido de que cuando estaba todo abandonado, “se entregó”, en 1962, al H. Ayuntamiento, una parte del atrio para un jardín. Pero eso fue todo. Cuando en 1988 se devolvió el templo, no se hizo distinción alguna. Se devolvía todo lo que se había expropiado. Nada más, pero tampoco, nada menos. El problema, para quien lo tuviera debería, pues, ser arreglado con la Federación, que es la propietaria de estos espacios construidos antes de 1992. Nunca nadie lo intentó. LA DIRECCIÓN GENERAL DEL PATRIMONIO INMOBILIARIO FEDERAL, a través de CABIN (Comisión de Avalúos de Bienes Nacionales) manifestó por escrito que el terreno destinado al Santuario es el que se encuentra entre las calles 5 de Mayo, Niños Héroes, M. Ocampo y J. Sierra. Estos datos se encuentran en el expediente 65/1230/4. Por lo tanto, también la así llamada “Casa de la Cultura” y el Centro de Salud, deberán construirse en otros sitios. 

Mientras se aclaraba un poco todo esto, la situación se volvió política. La Presidencia Municipal, a través de urbanística, canceló la autorización que se tenía verbalmente del Presidente Municipal Samuel Arturo Navarro, quien se sentía presionado por algunos miembros del Colegio de Arquitectos e Ingenieros y otras personas de la ciudad. El problema jurídico duró meses y se resolvió gracias a las diligencias del Lic. Gerardo Bautista. En los últimos días de Diciembre del 2001 la reja estaba puesta. Poco a poco se han ido poniendo algunas agujas de cantera que le dan una unidad muy grande con el resto de la construcción. 

Creo que los hechos nos han dado la razón. Todo mundo cuando ingresa al atrio, inmediatamente experimenta un sentimiento diferente al que se puede tener en una plaza pública. El atrio es como la puerta que nos permite acercarnos al misterio de Dios, a una presencia especial que se encuentra en el interior del Santuario. 

Cuando se planeaba la construcción del Centro de las Artes, había la idea de unir el Santuario con ese centro, aprovechando el atrio para poner unas fuentes, para que sirviera como de antesala a dicha institución. Problemas técnicos, como el drenaje, se quisieron resolver desde el atrio. Se llegó incluso a pensar que desaparecería la reja para que fuera un solo espacio. Y la oposición fue total. El atrio, por definición, no puede ser utilizado sino en relación al templo. Y, teniendo las cosas claras, se buscó otra solución.